miércoles, 20 de marzo de 2013

En el día a día

Si has conseguido superar todos los baches iniciales, es el momento de poner en marcha tu negocio. En esta fase, que englobaría tanto el arranque como el día a día, hay que tener especial cuidado con la gestión de costes y la definición de objetivos. 


Estos son cinco de los errores que no debes cometer:

Tiro al plato

Uno de los errores más habituales en un emprendedor novato “es querer abarcar demasiados objetivos y como consecuencia, dispersarse. Ese fue mi caso: disparar a toda oportunidad que se presentaba. Había dos estrategias posibles: tener una amplia gama de productos para ver cuál funcionaba o un único producto bien definido y orientarlo al cliente. Opté por tener varios cursos destinados a la formación de habilidades directivas presencial y e-learning, desde coaching para el bienestar hasta gestión del estrés. La dispersión hizo que nuestro esfuerzo fuera mayor y no teníamos recursos suficientes para abordar con la calidad necesaria la oferta”, recuerda de sus inicios Miguel Quintana, desarrollador de Wellbeing Solutions.
En efecto, una de las mayores tentaciones que tiene el emprendedor novato es querer satisfacer todas las necesidades de sus clientes y eso puede meterlo en una rueda peligrosa que le haga, por un lado, alejarse demasiado de lo que es su modelo de negocio y, por otro, renunciar a la calidad en pro de la cantidad.

Consejo. Es necesario definir muy bien cuál es nuestro producto y/o servicio, especializarse y focalizarse en él para realmente adquirir la capacidad diferenciadora. Ahora bien, todo ello ha de llevarse a cabo sin caer en el siguiente error.


De aquí no me muevo

Esta sería la otra cara de la moneda del error anterior. Obcecarse en el modelo de negocio que has plasmado en tu plan de empresa y no adaptarlo al mercado. Como defiende Javier Belda Sanchís, socio y consultor de Thumbtack Publinet SL, “el plan de negocio se monta sobre suposiciones y no sobre realidades, por eso es necesario estar replanteándoselo continuamente para adaptarlo al día a día”. El inmovilismo y la rigidez pueden ser tan peligrosos como la dispersión.

Consejo. Para no caer ni en lo uno ni en lo otro, lo mejor es estar muy encima de tu negocio. ¿Qué significa esto? Fundamentalmente, escuchar lo que te piden los clientes, observar lo que se mueve en el mercado y analizar bien si la estrategia que has planteado no funciona porque realmente no atiende ninguna necesidad; en ese caso, debes desecharla inmediatamente o analizar si lo que requiere es, simplemente, unos retoques.


Picar muy alto

Un fallo muy habitual entre los emprendedores novatos es empezar pensando en grande: una lujosa oficina, el mejor ordenador del mercado, un coche caro que desgrava y da muy buena imagen… Cuidado. Aunque dispongamos de un colchón para arrancar, es importante empezar con una gestión eficiente de ahorro de costes. Vete poco a poco.

Consejo. Busca el local que mejor se adecue a tus necesidades por ubicación, tamaño y precio, pero no aspires a tener la mejor tienda de todo el barrio. Empieza con fórmulas como el leasing o el renting para la mayor parte de los activos mobiliarios. Y, por supuesto, no aspires a un gran sueldo para empezar. Pon el foco en obtener ganancias cuanto antes y trata de optimizar al máximo los gastos. Esta época de crisis económica es muy buena para enseñarnos a funcionar con lo mínimo sin caer en lo cutre.


De reformas a chapuzas de pesadilla

Ojo con las obras, se saben cuándo empiezan pero no cuando acaban. “Cuando alquilé el local, tuve que hacer algunas reformas. Hablé con el arrendador para que me dejase entrar un mes antes y no puso objeciones. Pero al final la remodelación se retrasó durante tres meses y tuve que pagar el alquiler dos meses sin poder abrir al público, con lo cual empecé la actividad perdiendo dinero”, recuerda C.B., propietario de una tienda de alimentación.

Consejo. Este es uno de los errores más habituales: no calcular la duración real de las reformas y no prever los gastos que puede suponer tanto el retraso en el final de las obras como la imposibilidad de iniciar la actividad mientras dura la reforma. Trata de cerrar con el contratista los plazos bajo una posible penalización e intenta negociar con el arrendador una moratoria.

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