De cualquier error podemos adquirir experiencia e información de los mecanismos, puntos fuertes y débiles de nuestro negocio.
Todos cometemos errores: somos humanos. Y las empresas como tal están estructuradas por personas. Pero cuando esto ocurre, ¿aprendemos?
Existen muchos tipos de errores: error de concepto, de medición, de apreciación,...Sin embargo en las empresas estos errores suelen derivar en una mala experiencia para el cliente. Por ello es muy importante no solo disponer de mecanismos para subsanar el error cometido, si no que también debemos tener la capacidad de aprender de ellos para evitar que vuelvan a ocurrir. Debemos contemplar el error como una gran oportunidad de corregir lo que parece no funcionar.
Si nos equivocamos: "Mea culpa".
Debemos reconocer nuestro error. Evadirnos de las responsabilidades puede provocar mayores problemas. El cliente que haya recibido una mala experiencia por un error de la empresa puede manifestar frustración y malestar afectando la percepción de nuestro negocio a otras personas.
El cliente es el centro del universo.
Si se comete un error que afecte a la experiencia y expectativas de los clientes y no somos capaces de solucionarlo; nuestros clientes se sentirán engañados.
Escuchemos al cliente para aprender.
La mejor fórmula para corregir nuestros errores es la capacidad de ofrecer una atención al cliente basada en la transparencia, información y buenas intenciones. Las relaciones deben basarse en la confianza, que se pueda explicar a cualquier cliente que su problema puede ser debido a un error simple que por supuesto vamos a reparar ofreciendo la mejor solución.
Aprender de nuestros errores es la mejor forma de hacer que nuestro negocio sea una entidad más segura, fiable y con mejor reputación. Cometer un error no es grave si estamos dispuestos a solucionarlo eficientemente para ganar la confianza del cliente.
¡¡Seamos humildes y aprendamos de nuestros errores para que nuestro negocio vaya por mejor camino!!
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