Los contribuyentes siguen pagando con su bolsillo y con gran esfuerzo la reducción del déficit público. De hecho, algunos trabajadores han notado a principios de año que cobran en términos reales menos que en 2012 a pesar de que su empresa le ha actualizado el sueldo con el IPC para que no pierdan poder adquisitivo muchos pensionistas y trabajadores. La subida media de los convenios ha sido del 1,3%. En el caso de los pensionistas, la subida ha sido del 1% para los jubilados que ganan más de 1.000 euros y del 2% para los que ganan menos de esa cuantía. En ambos casos los sueldos han aumentado menos que lo que se ha encarecido la cesta de la compra.
Además de subir los impuestos, el Gobierno (con la misma fórmula de la ex ministra Salgado desde 2009) ha decidido no actualizar la tarifa del IRPF con la inflación ni en 2012 ni en 2013 por la asfixia presupuestaria, lo que en la práctica se traduce en una subida encubierta de dicho impuesto.
Aunque es un término técnico, la palabra deflactar afecta al día a día de los trabajadores. Supone descontar a los tramos de la tarifa del IRPF la inflación prevista, para ajustar la renta al encarecimiento del nivel de vida. De esta manera, se evita castigar al contribuyente por partida doble: el IPC y el IRPF. Si esta medida no se aplica un trabajador corre el riesgo de pasar de un tramo a otro de la tarifa y, por tanto, pagar un impuesto más elevado sin haberse beneficiado de una mejora en el poder de compra.
Desde que comenzó la crisis fiscal en 2010 el sindicato de técnicos de Hacienda (Gestha) estima que los españoles han pagado cerca de 7.000 millones adicionales por culpa de la inflación. La pérdida de poder adquisitivo será de 1.795 millones durante este ejercicio, según los cálculos que maneja Gestha.
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